lunes, 12 de julio de 2010

El día que los hombres pudieron llorar


Si miramos hoy la portada de cualquier periódico, nos encontraremos sin duda con dos titulares entre las celebraciones mundialistas. Uno serán las lágrimas de Casillas, y otro su beso a Sara Carbonero.

Dos expresiones de afectividad comentadas en columnas y columnas, siempre tratando de disculpar la exteriorización de sentimientos del portero con frases como:

"No tenía a nadie con quien abrazarse, un montón de sensaciones se acumularon cuando se sintió campeón del mundo y no le quedo otra que comenzar a llorar. Se tapó la cara con las dos manos para evitar ser descubierto, aunque fue una acción inútil" o "Aguantó el portero. Aguantó las emociones. Hizo sus paradas. Salvó a España en la final. Y cuando Iniesta hizo el gol se tapó la cara con los guantes y no pudo dejar de llorar".

Hay que excusarle por no cumplir el canon de masculinidad fría y controlada ante cualquier circunstancia. Españoles todos, Casillas les dio ayer permiso para llorar.

Hay otras cosas que un hombre puede hacer bajo el paraguas blindado de heterosexualidad del fútbol. Pueden abrazarse, saltar unos sobre otros, tocarse el culo, irse juntos a las duchas... porque el fútbol, por sí mismo, garantiza la justificación de estos gestos, que en otros lugares hubieran sido motivo de sospecha. Por eso es necesario que el fútbol permanezca heterosexual sin fisuras.

Ya Freud hablaba de la sublimación del deseo homosexual en el deporte, y para que se pueda seguir sublimando no se pueden consentir filtraciones como la de la supuesta homosexualidad de Guardiola. Todo el mundo debe apresurarse a desmentirla y a refrendar la ausencia de desviación en el deporte rey. Podemos llegar a ver declaraciones como la de Luciano Moggi, exdirigente de varios clubes en Italia:

"En el mundo del fútbol no hay homosexuales. No sé si los jugadores están en contra de tenerlos en los equipos. Yo, por supuesto que sí. Conozco el ambiente del fútbol y en su interior no puede vivir uno que sea gay. Un homosexual no puede ser futbolista. El mundo del Calcio no está hecho para ellos. Es un ambiente particular, se está desnudo en las duchas..."

En el mundo hay dos lugares donde se declara públicamente que no hay homosexualidad, uno es el fútbol, y el otro Irán.

El que pueda entender, que entienda.

2 comentarios:

  1. Si es que cuando se adiestra tanto a la sociedad en la heterosexualidad, por alguna parte tiene que salir lo que se reprime, o la peña reventaría. Curiosamente, el lesbianismo tratan de relegarlo a experimentación en la adolescencia o relaciones de "amigas íntimas" en secreto, pero ellos siguen teniendo toda la vida la posibilidad de sus "clubes" hipermasculinos y su homoerotismo mal disimulado (el deporte, el ejército, la iglesia, etc).

    Por supuesto, no digo que esa situación sea mejor, pero las diferencias entre las válvulas de escape permitidas según los géneros son curiosas de observar.

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  2. Bueno, al hilo del comentario de Kali, con las chicas pasa un poco todo lo contrario, ¿no? Son consideradas bolleras desde el momento en que dan una patada al balón.

    Pues sí, siempre me ha alucinado esa dicotomía homofobia-homosexualidad reprimida que veo en el fútbol. Di que en el caso de Euskadi, el Mundial se manifestó de una forma más hegemónica: insultos, hostias, puñetazos en la mesa... Por ambos lados. En fin, el puto conflicto; también muy masculino.

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