sábado, 24 de diciembre de 2011

¿Es esto pornografía?

Hace unas semanas estuve en el museo Pompidou de París, y entre las exposiciones que había me llamó la atención una llamada “Danser sa vie” (Bailar su vida) que mostraba la relación entre la danza y el arte moderno y contemporáneo. Me sorprendí porque, al llegar a la entrada, había un cartel que recomendaba que los menores de 18 no entrasen a la exposición porque albergaba imágenes que podían herir su sensibilidad. Reconozco que a medida que avanzaba por las salas me preguntaba, entre bailarinxs contemporánexs y obras expresionistas, cual de aquellas podía ser la que pervirtiera a los niños. Llegué entonces frente a un vídeo en el que se podía ver el desarrollo de una de las “Antropometrías de Yves Klein”, algo parecido a esto:



Pensé entonces que quizá a los señores del museo fuera eso lo que les pareciera pornográfico, pero no parecía haber ningún aviso junto al vídeo. Sin embargo, aquellas escenas hirieron mi sensibilidad. No por la desnudez de los cuerpos, sino por la coexistencia de esos cuerpos desnudos con las manipulaciones de “El Artista” (varón y vestido) que hace sonar la orquesta y después los utiliza como pinceles frente a un público compuesto en su mayor parte de varones (también vestidos) que admiraban la obra magna de “El Artista” con la mayor seriedad. Sin poder evitarlo, esa imagen produjo en mi sensibilidad un efecto parecido a la primera vez que vi esta otra, en la que Charcot muestra a sus estudiantes una crisis histérica en el cuerpo de Blanche Wittman:



Sin duda ambas imágenes me violentaron, y consideré que la Antropometría de Klein podría violentar también la sensibilidad de los niños. Pero cual fue mi sorpresa cuando al girarme para seguir mi camino, quedó ante mis ojos el vídeo pornográfico que tanto había estado buscando, con el seductor título “Cuando el hombre protagonista es una mujer":



Los señores del museo además habían seleccionado un vídeo más largo que el que aquí os pongo, y recortaban la primera parte, en la que Lisbeth Gruwez performa y parodia la masculinidad, y dejaban sólo la segunda, en la que baila desnuda. Me habría encantado poder poner un vídeo más largo de esta performance porque este muestra apenas un atisbo de lo que había en el museo, pero el señor Youtube también considera que es pornográfica.

A pesar de que entonces no pude ver la primera parte, me quedé clavada ante la fuerza de la expresión de Gruwez bailando. Pensé que consideraban el vídeo pornográfico porque algunos planos sobre los genitales eran explícitos, porque en algunos momentos se acariciaba, o porque estaba cubierta de aceite, pero aunque algunas lógicas visuales del vídeo se hubieran podido corresponder con la mirada pornográfica mainstream, había otros aspectos que me recordaban a algo distinto. Su cuerpo, aunque desnudo, no parecía estar esperando a nadie, se retorcía y se deslizaba por el suelo con violencia, y ocupaba la escena por sí mismo, sin necesidad de que ningún dildo de carne le diera sentido. Si este vídeo es pornográfico, pensé, se podría tratar de algo más cercano al postporno.

Al llegar a casa investigué un poco más la performance, en la que aparecía como autor único Jan Fabré, y hacerlo fue en parte una decepción, porque “El Artista”, que performa masculinidad de galán maduro de cine y se describe como “un genio que cree en conciliar disciplinas”, habla de evocaciones en su obra de la de Yves Klein, de la Madre Tierra, y de que la pieza supone una “preparación ritualística para el salto más alto, que nos lleva de vuelta al matriarcado”.


No dejaré de reconocerle a Fabré la parodia de la masculinidad del principio, pero también reconozco que mi concepto de la obra cambió al saber que sólo él se atribuía la autoría, porque el discurso no es el mismo dependiendo de desde dónde se emita. Sin embargo, me alivió saber que varios de los críticos que escribieron sobre la performance coincidían en reclamar la coautoría de Gruwez, a la que “se le debe más del 50% de la coreografía, porque termina siendo una danza muy personal, en la que la misma configuración de su cuerpo es protagonista”

Todo esto daría para escribir mucho sobre la pornografía, pero también sobre el estatuto de “El Artista” y sobre la historia de la apropiación de las aportaciones de las mujeres al arte, pero todo eso sería muy sesudo, y en realidad yo sólo quería compartir con vosotrxs un vídeo (quizá) pornográfico.

viernes, 9 de septiembre de 2011

El King de Gaga ataca de nuevo

Ya nos presentó a Jo Calderon cuando posó para la portada de Vogue hombre japón pero entonces ni afirmaba ni desmentía, y ahora, se prodiga en esta fantástica performance Drag King nada menos que en los MTV video music awards en el que (bonita paradoja) recibió el premio al mejor vídeo femenino.




No os perdáis el speech que se larga parodiándose a sí misma, con esa fantástica frase: "yo le pido que sea real, y ella dice: Jo, no soy real, soy teatro, y tú (señalando al público), y yo...esto es sólo un ensayo".

Cierto que esto no deja de ser una filtración en el espectáculo, en busca de promoción, y que para la mayor parte de la gente no dejará de ser "La excéntrica Lady Gaga haciendo de las suyas", pero es un placer ver las bocas abiertas de unas, los gritos de otras, las caras de ellos, entre la sorpresa y la indignación... y además Jo/Gaga, lo hace bien, y no deja de performar ni en la sala de prensa, donde los periodistas, desconcertados, ya no saben ni qué preguntarle:




Y eso sin tener en cuenta el temazo con Brian May (¿Cómo le habrá convencido para hacer ésto?)...

Y héte aquí que bicheando por internet, descubro que Annie Lenox hizó lo propio en 1984 en los Grammy, ¡cantando "Sweet dreams"!



¡Ayssss! Yo me derrito de placer...

sábado, 20 de agosto de 2011

Lecciones de teología

Viñeta: Manel Fontdevila

Siempre he dicho que si quieres tener una hija atea y bollera, sólo tienes que meterla 13 años en un colegio de curas.

Hacía mucho que no recordaba mis experiencias en el colegio en aquellos años 80, pero las hordas papales que invaden Madrid estos días me han devuelto a esos tiempos en los que aprendí a la vez lo que dice la Iglesia y lo que calla. Cierto es que mi generación fue apenas la tercera de chicas que entraban en el colegio, en el que hasta ese momento sólo aceptaban varones, y el no saber todavía qué se hacía con nosotras nos protegió de los capones con anillo, los tirones de patillas y las collejas que los curas prodigaban a nuestros compañeros, pero no nos libró de los efectos secundarios de su voto de abstinencia.

Aprendí sobre la lujuria en el colegio. Todavía recuerdo los esfuerzos para ponernos a salvo de las manos sudorosas del "mofeta", ese cura con aversión al jabón, que nos seguia con 11 o 12 años por las escaleras, repartiendo cachetes y empujones en los traseros seleccionados de las chicas para apresurarnos. También recuerdo a aquel otro que elegía a las adolescentes más desarrolladas para sacarlas de clase y llevarlas a su despacho, donde les enseñaba fotos de los alumnos más mayores, e indagaba sus gustos prometiendo que se los presentaría, en un extraño juego voyeur que nunca he llegado a comprender. Años después de que yo dejara el colegio, condenaron a uno de los profesores a 7 años de cárcel por abusar sexualmente de una alumna de 14 años.

Y ahora esta ciudad de Madrid, que tanto disfruto en Agosto, se ha llenado de peregrinos que vienen a evangelizarnos. Me han evangelizado con sus miradas airadas, cuando se me ha ocurrido salir a pasear de la mano de mi novia, también cuando me han esperado en Sol ondeando banderas y enseñándome su evangelizador dedo anular, porque he salido a decir que no me parece bien que se gasten mi dinero en sus fiestas. Me han evangelizado cuando me he cruzado con ellos, en formación, cantando himnos a caballo entre lo religioso y lo militar por las calles, en el metro, en las plazas... incluso han evangelizado a las putas de Montera, mirándolas con desprecio mientras ellas taconeaban dignas e impasibles. Para evangelizar, queridxs amigxs, lo que hay que hacer es ocupar el espacio público en una exhibición de fuerza, sobre todo cuando el descenso de las vocaciones puede hacernos creer que ya no mandan tanto. Y si la evangelización falla, evangelizamos a hostias, haciendo una adecuada selección entre peregrinos, que pasan, y laicos, que cobran.


Todavía recuerdo más cosas del colegio. Me hablaban de pobreza, de solidaridad y humildad, pero no de opíparas comidas a degustar con la curia, ni de 45 kilómetros de tela para hacer casullas, o de vender camisetas que publicitan a banqueros y mercaderes mientras hay gente que se muere de hambre. También me decían que no había que adorar becerros de oro, porque era idolatría, y no sé si se referían a tratar a un hombre como a una estrella caprichosa del rock, construirle escenarios, vender merchandising, chillar a su paso y suplicar que te dirija su mirada mientras se regocija entre las multitudes con los brazos alzados.

También me decían que todos los hombres éramos iguales, y yo, ingenua de mí, pensaba que "hombres" me contenía, cuando mi cuerpo, según ellos, lo que contiene es el pecado, y hay que encerrarlo, domesticarlo y aleccionarlo para ponerlo al servicio de sus leyes.

En fin, que esta mañana, cuando me he levantado y he visto que una lluvia huracanada visitó anoche Cuatro Vientos deshaciendo las hostias que guardaban para comulgar, he pensado que quizá fuera cierto lo que me decían en el colegio sobre el Dios del Antiguo Testamento, y me pregunto si se habrán percatado del mensaje, o tendrá que enviar a Jesucristo para entrar en el templo a latigazos.































domingo, 26 de junio de 2011

Anticristo de Lars Von Trier o porqué caperucita no debe ir al bosque


No negaré la impecable factura visual de la película, que si uno consiguiera ignorar el resto sería una delicia, y tampoco negaré que Von Trier conoce profundamente algunas grietas de las mentes torturadas, probablemente por experiencia propia, y las recrea con sorprendente fidelidad.



Pero hasta ahí.

Si no habéis visto la peli, y queréis verla, no sigáis leyendo, porque la voy a spoilear por completo. Y si os acordáis del argumento no leáis hasta después de la siguiente foto, porque la he resumido en una parrafada eterna.

La película comienza con una pareja echando un polvo animal, en blanco y negro, mientras escuchamos música clásica. El hijo de la pareja, un pequeño y tierno rubito, decide levantarse de la cuna, y tras asomarse a ver lo que hacen sus padres considera que la nieve que entra por la ventana abierta es mucho más interesante, así que salta.

Él, estoico y racional psicólogo conductual, parece no sentirse afectado por la pérdida. Pero ella, como buena madre, termina ingresada en un psiquiátrico presa de una terrible depresión.

Él, pensándose el más inteligente, considera que nadie va a hacerle una terapia a su mujer mejor que él mismo. Así que se la lleva a casa, y no sabemos porque, decide, en lugar de trabajar sobre su duelo, que hubiera sido lo lógico, preguntarle qué es lo que más teme.

Ella responde que lo que más teme es el bosque, dentro del cual hay una casa llamada Edén donde se había marchado el verano anterior ella sola con su hijo para escribir su tesis doctoral.

Él decide que lo mejor que puede hacer es llevarse a su mujer al lugar en cuestión, para exponerla a su miedo y de esa forma curar su duelo (es la forma más extraña de tratar un duelo que he visto en mi vida).

El drama está servido.

Una vez están bien aislados en el bosque, él descubre que, mientras ella hacía esa tesis que no llegó a terminar, que casualmente se llama Ginecidio y estudia las atrocidades que los hombres han hecho a las mujeres a lo largo de la historia con la excusa de la brujería, sufrió un brote psicótico. Su mente delirante comenzó a pensar que si los hombres han torturado y asesinado a las mujeres es porque en alguna parte de ellos hay una naturaleza malvada, y en alguna parte de las mujeres también debe haber un lugar para esa naturaleza perversa que hace que se merezcan las torturas. Así, llegando a estas conclusiones y bajo el terrible influjo de del bosque, ella misma conectó con esa parte terrible, incontrolable y salvaje en su interior.

Evidentemente, cuando vuelve a ese lugar en mitad de su duelo, vuelve a sufrir los mismos síntomas, y se convierte en una bruja malvada, que no quiere nada más que follarse a su marido a lo bestia, y después cumplir los designios de la naturaleza matándole.

Él, fiándose de su razón y su soberbia, sigue tratando de curarla (sin poder evitar tirársela de vez en cuando, que antes que terapeuta es hombre).

Así que, cuando menos se lo espera, ella le ataca golpeándole los genitales con un buen trozo de madera, y cuando queda inconsciente por el golpe le atraviesa la pierna con una barra atornillada a una rueda de piedra, para asegurarse de que no se marcha.

A partir de ese momento, él también pierde la razón, y comienza a alucinar como ella, y tras una persecución por el bosque, mientras ella intenta frenarse a sí misma con una automutilación genital (supongo que tratando de amputarse ese deseo sexual tan peligroso), él consigue soltarse. Así que el pobrecito no tiene más remedio que asfixiarla con sus propias manos y después quemarla en una hoguera, como buena bruja.


No sé si a Von Trier se le han filtrado sus peores temores en la película, pero es un fantástico aviso de los peligros a los que están expuestas las mujeres por lo que algunos hombres temen de ellas. Analicemos aquí sus enseñanzas:

En primer lugar, ella se vuelve loca por primera vez cuando se marcha al bosque con su hijo a escribir su tesis, dejando en casa a su marido. Mujeres, de esto aprenderéis que si tratáis de perseguir a la razón o vuestra carrera profesional lejos de los brazos amantísimos de vuestros maridos, se os desatará vuestra naturaleza incontrolable y os volveréis unas zorras taradas.

Después, vuelve a enloquecer cuando antepone el placer (ese polvo salvaje) a la maternidad. La sexualidad desatada de ella mata al hijo, varón por cierto, de ambos.

Y a partir de entonces no piensa más que en satisfacer a su vagina dentada follándose una y otra vez a su pobre marido cuando no está rota de dolor por su hijo (De madre a puta y tiro porque me toca).

Pero por si no teníamos bastante con tanto tópico, aquí vienen los avisos para ellos.

Él, el personaje racional y carente de emociones, también enloquece, pero lo hace cuando deja de ser un hombre. Primero ella le destroza la polla de un golpe (Lars, mírate la angustia de castración, amigo…), y después, cuando está inconsciente, le penetra la pierna con un hierro, para evitar que se marche y la abandone (Lars, mírate la relación con tu madre, guapo). De esa forma, sin genitales, fuente de toda masculinidad, y perdiendo su condición de hombre al ser penetrado, pierde la razón, atributo masculino por excelencia en oposición a la naturaleza femenina, y no tiene más remedio que estrangularla con sus propias manos para poder huir de ese amor de ella que le ahoga, y quemarla en una buena pira.

Un "crimen pasional" como otro cualquiera, aderezado con un poco de locura para justificar.

Como Lars nos enseña, cuando nuestra sexualidad escapa a su control a algunos les resulta voraz, incontrolable y letal, y no les queda más remedio que asfixiarnos con sus propias manos.

De la inquisición a la postmodernidad, lo mismo de siempre, queridas.












viernes, 1 de abril de 2011

El banquete de Santa Águeda


Nosotrxs no vamos a poder estar el sábado, pero no queríamos dejar de contribuir a la protesta, manifestándonos con este delicioso vídeo, del estilo "postporno repostero", con el que enviamos toda nuestra energía.





Agradecemos su inspiración a Santa Águeda, a nuestrxs referentes postpornográficxs, y a Eva Arguiñano, porque sin sus lecciones televisadas no habríamos sabido preparar el coulis de frambuesas.





M&B EN CONFLICTO.

viernes, 4 de marzo de 2011

Transtango


Hace unos días escribí un artículo para Píkara Magazine sobre Tango Queer, porque estuve aprendiendo con ellxs en Buenos Aires, y Julia desde los sures me deja un regalo de Transtango, que ha hecho mis delicias. Transtango está vinculado con el PROYECTO TRVNSG3NERO del que tuve la oportunidad en Granada de escuchar hablar a Elisabeth Vásquez y me dejó impresionada.

Por suerte, las redes nos atrapan una y otra vez incluso atravesando océanos...

Aquí os dejo el vídeo para disfrutarlo:

http://www.youtube.com/watch?v=ZQmYF0diIQk

domingo, 27 de febrero de 2011

Sin tí soy marrana

Esto era lo menos que podía pasar después de ir a la Muestra Marrana... Después de tanto postporno y unas cañas en buena compañía, surgió la inspiración, y hoy he reescrito la letra de "Sin tí no soy nada", y la he montado en vídeo karaoke, así que do it yourself!



Os dejo la letra por si no se lee bien...


Sin tí soy marrana,
Me corro en cascada mojando la cama
Tu mundo es pequeño
Y con mis amigas no me aburro nada
Solía pensar que el amor no es real
Una ilusión que siempre se acaba
Y ahora sin tí soy marrana

Sin tí soy muy mala
Sin tí me divierto mordiendo la almohada
Tirada en la cama
Mirando postporno y haciéndome pajas
Amar por amar y dejar de llorar
Ahora mi vida es mucho más variada

Los días que pasan, las luces del alba
Tu barba, tu cuerpo, tu voz, ya no ocupan nada
Porque yo... sin tí soy marrana

Elijo ser rara,
Las noches de juerga las paso en manada
Me río con ganas con una sonrisa inmensa en la cara
Soy solo un actor que escribió su guión
Porque el tuyo eran solo palabras
Que no dicen nada

Los días que pasan, las luces del alba
Tu barba, tu cuerpo, tu voz, ya no ocupan nada
Que no daría yo, por no verte la cara
Por devenir perra otra vez
Mientras todo cambia
Porque yo... sin tí soy marrana

Esto no habría sido posible sin Cunnilingus a Shakira, B., Heroína de lo periférico, Pat, Mari Carmen Free y Aintzol... porque sois todas las más logradas, mejoradas y conservadas.

viernes, 18 de febrero de 2011

Autopsia de una langosta


La primera vez que coincidí con Helen fue en Stonewall Contraataca, en Barcelona. Salíamos de ver a las Perras del Apocalipsis revolcarse, penetrarse, cortarse y lamerse en un escenario, entre prótesis futuristas y cámaras de vídeo. Yo todavía estaba removida por lo que había visto, y ella me preguntó qué había sentido. En aquel momento sólo tenía sensaciones primarias en el estómago, entre la excitación y la repugnancia, a las que no podía poner palabras, así que racionalicé, que es lo que hago cuando algo me desborda. Era cierto que la aparición de un bisturí en escena rasgando la piel de una de esas criaturas me había hecho recordar las horas en la sala de disección en la facultad, o el olor que hay en los quirófanos, haciendo que mi excitación se mezclara con recuerdos deshumanizados y desagradables. Pero en aquel momento sólo acerté a explicarle que algo en lo que había visto me había resultado frío, metálico y tecnológico, mientras ella me escuchaba con atención y me decía que era importante saber lo que las performances producían en los que miraban. Tiempo después he podido volver sobre mis sensaciones aquel día, y extraer muchas más conclusiones, pero esa es otra historia.

La segunda vez que me he encontrado con Hellen ha sido en las páginas de su libro. En ellas habla de parto orgásmico, del desplazamiento del cuerpo en nuestra cultura, de drogas, de amor (de pareja) y de amor (de manada). También relata un viaje de regreso a Buenos Aires, de quien una vez vino desde Argentina, que me emocionó al haber hecho yo recientemente el camino inverso (de Madrid a Buenos Aires y vuelta) y estar ahora sintiendo nostalgia por esa ciudad porteña que tanto he odiado cuando pisaba sus calles.

El libro de Hellen ahora, como su pregunta entonces, ha sido una invitación a pensar. Pero no a un pensamiento disociado del cuerpo, sino al que camina sobre la cinta de Moebius que da continuidad entre palabra y carne, hasta que uno se da cuenta de que se trata de lo mismo.

domingo, 13 de febrero de 2011

Al sordo hay que gritarle



No hacen falta más palabras...

martes, 4 de enero de 2011

Elucubraciones en torno a las lesbianas asesinas

Hace unos días alguien me comentó que últimamente se había tropezado con demasiada frecuencia con el mito de las lesbianas psicópatas, y me preguntó qué pensaba al respecto. Después de investigar un poco sobre el tema, estas son mis conclusiones:

En el principio, la Iglesia ya nos consideraba como pecadoras perversas, condenando cualquier forma de relación sexual que no estuviera al servicio de la procreación como viciosa y pecaminosa, y asociándola a otras muchas maldades que suponían el derrumbe moral del ser humano. Aún siguen transmitiendo la idea de que de fornicar con personas del mismo sexo a asesinar niños sólo hay un paso.

También la ley ha desarrollado sus teorías al respecto, y lo sigue haciendo en muchos países. No hace mucho tiempo que en España, en virtud de la ley de vagos y maleantes, los homosexuales eran detenidos y sometidos a penas de hasta 5 años de cárcel. Hasta aquí se nos construía sencillamente como personas malvadas.

Cuando la ciencia se dignó a mirarnos, también nos consideró un peligro para las gentes de bien, pero por estar enfermas. Krafft- Ebing incluyó a mujeres invertidas en su “Psichopatia sexualis”, una sucesión de casos clínicos en los que desgranaba lo que él denominaba psicopatías sexuales en personas que en algunos casos habían sido inofensivas, aunque terminaran perseguidas por la ley o internadas en manicomios, y en otros habían realizado crímenes brutales y bizarros.

Freud comenzó hablando de la perversidad polimorfa del niño, suponiéndonos a todos una bisexualidad en potencia, pero situaba el motivo de la homosexualidad adulta en la falta de superación adecuada del complejo de Edipo. Los niños de ambos sexos orientan sus deseos en primer lugar hacia su madre, pero las niñas deben darse cuenta de que es su padre el que en realidad merece sus atenciones. Si su envidia de pene es demasiado grande como para aceptarlo, o si sus padres las repugnan lo suficiente, mantendrán el deseo hacia sus madres, y después lo desplazarán a otras mujeres. Las lesbianas, así, quedan en esta teoría como personas inmaduras y narcisistas, puesto que se aman tanto que buscan un objeto de deseo igual a ellas, e incapaces de completar su desarrollo psicosexual orientándose hacia la heterosexualidad.

A pesar de que Freud no consideraba la homosexualidad como perversión a tratar, parte de la escuela psicoanalítica la agrupó dentro de las patologías susceptibles de tratamiento. La homosexualidad ha permanecido asociada a las parafilias hasta los años 70 en todos los manuales médicos. En lugar de delincuentes peligrosas, pasamos a ser pobres enfermas, dignas de cariño, lástima, y electroshock.

Aun así, la difusión pública de los conceptos psicoanalíticos ha supuesto, en muchos casos, cambios de sentido de los mismos, que hacen que se produzcan fácilmente deslizamientos de significado equivocados del tipo:

Lesbianismo = perversión = psicopatía = violencia

Ya tenemos un buen caldo de cultivo para las lesbianas asesinas.

Pero no podemos desdeñar la aportación de las hormonas. La testosterona se ha utilizado durante mucho tiempo para justificar la agresividad de los varones, a pesar de que existen estudios que contradicen esta afirmación, y otros que asocian la agresividad a niveles bajos de testosterona, o a niveles elevados de estrógenos. Cómo no, también hay estudios que pretenden relacionar la homosexualidad femenina con mayores niveles de testosterona (no olvidemos aquello de comprobar si el dedo anular es más largo que el índice, lo que supondría lesbianismo y más testosterona en sangre). Aquí tenemos la segunda asociación falsa del día:

Lesbianismo = masculinidad = testosterona = violencia.

Según esta asociación, amigas, no sé a qué esperáis para salir a buscar deportistas dopadas con testosterona, porque sin duda no rechazarán vuestras proposiciones (aunque podáis correr riesgo de descuartizamiento). Por no hablar del peligro que suponen esos hipermasculinos y peludos osos, que a pesar de sus supuestos altos niveles de testosterona (de ahí tanto vello), no sólo no son asesinos en serie, sino que gozan alegremente en sus prácticas sexuales con otros hombres, sin manifestar demasiado interés por las mujeres.

Como curiosidad, diré que el cine también ha contribuido al mito de las lesbianas asesinas. En el fantabuloso documental “El celuloide oculto” se habla de que en los años 30, coincidiendo con el Código Hays, que censuraba todo aquello considerado inmoral en el cine, aquellas sugerencias de homosexualidad que saltaban la censura lo hacían porque convertían al supuesto homosexual en villano asesino y desequilibrado. Son ejemplos el ama de llaves de “Rebeca”, “La hija de drácula” o “La soga”. En los años 60, cuando el código Hays empezó a aflojar, los pobres y enfermos personajes homosexuales de las películas empezaron a sufrir muertes violentas o a suicidarse.

Jugando a la interpretación psicoanalítica, se me ocurre la siguiente metáfora: Había una vez unos señores que se dieron cuenta de que en el mundo había mujeres que se relacionaban entre ellas, sin contar con ellos en absoluto. La inmadurez de estos individuos les hacía incapaces de aceptar la frustración de que por una vez fueran ellos los excluidos, por lo que utilizaron como mecanismo de defensa la proyección de sus propias emociones, considerando que estas mujeres les debían odiar muchísimo. Para legitimar esta idea paranoica, construyeron teorías explicativas desde la religión, la ley y la ciencia, porque si esas mujeres (como todas) envidiaban su falo, pero no se iban a apropiar de él como madres (teniendo un hijo con ellos), ni como putas (con sus vaginas dentadas), la única opción restante era que les mataran para conseguirlo.

O utilizando una metáfora pornográfica, cuando dos mujeres aparecen en escena practicando sexo entre ellas es porque pretenden excitar al hombre que las mira (desde detrás de la cámara o de la pantalla), y que no tardará en aparecer para darle sentido a todo con su polla. La única explicación posible en la lógica pornográfica para que ese hombre no esté en el sistema, es que ellas le hayan matado. La ecuación simbólica siempre nos convierte en asesinas.