domingo, 20 de junio de 2010

Inversión


Usted, en realidad, es homosexual.
Pero no se alarme. Su heterosexualidad es sólo fruto de una disfunción producida por la deficiente identificación con su figura masculina de referencia, estoy seguro de que no pasó suficiente tiempo con su padre.

No, no diga nada, seguro que su sobreidentificación con su madre produjo que su deseo se orientara hacia la masculinidad que representaba su padre, en lugar de hacerlo de forma natural, hacia su madre. No ha superado usted el complejo de Electra. Cuestión de miedo a la castración del dildo.

No se preocupe, estoy seguro de que podremos ayudarla. Comenzaremos intentándolo con antidepresivos, si no funcionara, podemos añadir estrógenos. Con esta combinación conseguiremos disminuir su libido lo suficiente como para que deje de desear a los hombres. En el último de los casos, utilizaremos terapias aversivas, ligeras descargas eléctricas cada vez que mire a un hombre guapo.

No se asuste. Ya sé que suena algo agresivo, pero estoy seguro de que es mucho peor vivir como heterosexual. Por suerte es una enfermedad que podemos curar. No creo que le guste convivir con ese hombre que no la respeta, que la trata como una esclava, y que ni la escucha ni la comprende. Lo normal sería que viviera con una mujer, como todo el mundo.

Tranquila, no diga nada, no es necesario. Tómese una de éstas todas las mañanas, y nos veremos la próxima semana.

Ya verá cómo en unos meses será una feliz lesbiana.





jueves, 10 de junio de 2010

M musical

Cosa más grande no se ha visto. Ahí os lo dejo, para estrenar el viernes con inspiración.



jueves, 3 de junio de 2010

Cuerpos periféricos




Hace no mucho estuve en uno de los nuevos hospitales que se han construido en Madrid. Sentada en la sala de espera, más parecida a la de un aeropuerto que otra cosa, pensaba en lo complicado que había resultado llegar hasta allí, incluso en coche. El hospital estaba a las afueras, en un páramo rodeado de polígonos industriales y urbanizaciones desangeladas en construcción. Dando vueltas a esta idea, se me ocurrió buscar las localizaciones de los 8 nuevos hospitales, para comprobar que todos estaban a las afueras, en pos de una “descentralización de las especialidades que acercará los recursos a todos los ciudadanos”, según la página de la Comunidad.
Pensé en más cosas que se edifican a las afueras, lejos de la mirada. Los hospitales, los psiquiátricos, los prostíbulos, los cementerios… lugares que albergan cuerpos enfermos, infelices, muertos, o cuerpos que follan. Enfermedad, sexo y muerte deben estar lejos de la mirada pública, porque la familiaridad con ellos interferiría en las enseñanzas de la hiperrealidad.

El sistema se esfuerza demasiado en producir discursos que nos muestren qué debemos ser, a qué debemos tener miedo, y cómo se hacen las cosas. Debes estar sano, ser guapo, feliz, eternamente joven (preferiblemente inmortal) y debes practicar el sexo según los criterios heteronormativos. El miedo a no cumplir esos requisitos, por otro lado imposibles, te mantendrá suficientemente angustiado como para que sigas comprando (1).

Realizar el procedimiento inverso, poner los cuerpos enfermos, disidentes, las prácticas no normativas ante la mirada pública funciona como espacio de resistencia contra esos miedos. Porque en la cultura de la hipervisualidad, lo único que existe es lo que vemos.



(1)Acaso, María. Esto no son las torres gemelas: Como aprender a leer la televisión y otras imágenes. La catarata. Barcelona (2006)

lunes, 31 de mayo de 2010

M musical



Para empezar la semana con buen pie, os dejo este vídeo de Hedwig and the David Lynch band. Lo grabaron para felicitar un cumpleaños, y el tema es una versión de una gran canción de la peli "Hedwig and the Angry Inch". Supongo que ya la habréis visto todxs, pero si no os la recomiendo sin dudar.

miércoles, 19 de mayo de 2010

M de Mario. El king y las dinámicas de deseo.

(Fotos de B.)






Hace tiempo escuché a Itu decir que la masculinidad es un principio de extensión, y nunca he sido más consciente que con mi propio Mario, que se extiende sobre mi identidad hasta el punto de que con frecuencia, la gente que lo ha conocido me llama Mario directamente, y me llega a hacer la lista de sus virtudes hasta despertarme celos de mi alter ego.

En el espacio, el king también se extiende, y modifica a su alrededor las dinámicas de deseo cuestionando las etiquetas por sí mismo. ¿Qué ocurre cuando una heterosexual se siente atraída por un king?¿Le atrae la masculinidad construida, a pesar de conocer la performance?¿Entonces basta con una construcción para desencadenar ese deseo tan "natural" por el otro sexo? ¿Qué ocurre cuando mis amigas bolleras se sonrojan si Mario las mira a los ojos fijamente, o las retira un mechón de pelo diciéndoles lo preciosas que son?¿Qué desea J., marica reconcentrado, cuando dice que Mario le pone?¿Y ese amigo heterosexual al que le enseño las fotos, y me dice que le dan morbo porque "sabe lo que hay debajo"?¿Es que ese "saber" le permite superar el terror anal largamente inculcado y permitirse la atracción?.

Incluso B. que no conocía antes a Mario, entra en el juego, y su cuerpo me ofrece aproximaciones que no he conocido en estos meses. Su mano se apoya en mi pecho cuando bailamos, su rodilla roza el bulto entre mis piernas, sus dedos tropiezan con su pelo con más frecuencia... Su cuerpo reacciona a la masculinidad performativa de manera a medias consciente.

Más tarde, en casa, me desanudará la corbata lentamente, y se follará algunos fantasmas en mi cuerpo híbrido. El king también sirve para exorcizar la rabia que nos deja lo peor de la masculinidad.




(Gracias a mis asistentes femme, por poner a los kings en los bretes más divertidos, a mis kings, por divertirse hasta el fin de fiesta, y en especial a Dani, por compartir conmigo su primera experiencia).

jueves, 15 de abril de 2010

Silencio, se normaliza.

En general, el sistema puede ser condescendiente con niños que desarrollan conductas que no se corresponden con su género asignado mientras son pequeños. Incluso se toleran fantasías y prácticas homoeróticas durante la adolescencia, como experimentación sexual previa a la madurez.

Pero según avanza la pubertad, con el imperativo de la procreación se deja de mirar hacia otro lado cuando hay ambigüedades. Entonces el dispositivo heteronormalizador, que a veces ya ha asomado sibilino las orejas, empieza a funcionar despiadadamente. Las niñas ya no pueden jugar al fútbol, y los niños no pueden jugar con las niñas.


Llevo unas semanas trabajando con niños y adolescentes en una consulta de psicología, y no he dejado de ver el dispositivo heteronormalizador funcionando ni un solo día.

Como con ese chaval que va a un colegio de curas. Le han quedado un par de asignaturas, va a los scouts y se divierte, tiene amigos con los que se lleva bien… Sin embargo, el colegio se empeña en mandarle a un psicólogo privado, recomendado por ellos, supuestamente porque el chico es levemente tartamudo, y eso está repercutiendo en su aprendizaje. Cuando yo le veo, el tartamudeo es tan imperceptible que no lo habría reconocido sin saberlo. Lo que sí es evidente es que tiene pluma.

Su madre dice que lo que le insinúan insistentemente en el colegio es que el chaval siempre anda con chicas, y que no le gusta jugar al fútbol. Llegan a presionarla tanto para que le lleve al psicólogo que termina por llevarle en la pública sólo porque les dejen en paz. No llega a hablar de orientación sexual delante del chico, pero sí dice que no comprende la insistencia del colegio, y que cada niño es como es, y que ella quiere a su hijo tal cual y no le parece que tenga nada malo. Suerte que es sensata y protege al muchacho de la hipocresía de las sotanas.

Cuando no se trata de los profesores, son los propios compañeros. Como esa chavala que ha aterrizado hace dos años en el instituto. No ha tenido problemas en el colegio, pero desde que ha empezado el instituto los chicos de su clase la insultan y la pegan. Se ha angustiado tanto que ha empezado a autolesionarse. No llega a explicar el porqué del acoso, pero parece tener que ver con su afición a jugar al fútbol, y con sus ademanes claramente masculinos. Mientras habla mira mi pelo corto con insistencia, y yo trato de devolverle algo de confianza en la mirada. Hay lugares seguros más allá del instituto.

Ver este dispositivo clasificador tan evidente alimenta mi rabia, y me reafirma en la necesidad de dinamitar el binarismo. Porque no deja de funcionar silencioso en las aulas, como una apisonadora.

domingo, 7 de marzo de 2010

Agravio comparativo


Cuando me paro delante, es frecuente que haya alguno más a mi lado.

Discretamente, de reojo, examinan las proporciones de la mía. Calibran su tamaño, su potencia, su color… Algunos incluso la miran con cierto deseo.

Si les devuelvo la mirada, bajan la vista azorados, o miran al frente decididos como si buscaran algo en un punto lejano.

Nunca me he sentido tan cerca de un urinario como en los pasos de cebra con la moto.